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Para una empresa posicionarse en el mercado, pasando incluso a formar parte del inconsciente colectivo de sus clientes, es producto de mucho esfuerzo y una fuerte inversión de tiempo y recursos.
En primer lugar, antes de pasar al cómo mejorarla, dejaremos establecido que la imagen corporativa consiste en la agrupación de elementos, visuales y/o gráficos, que representan a una empresa, es la identidad de una organización.
En la imagen corporativa influyen una serie de factores que permiten desarrollar conceptos especiales dependiendo del público objetivo, el producto o servicio que se ofrece y cómo se desarrolla el mercado.
Cuando se inicia un negocio, crear el concepto o imagen es uno de los puntos más importantes, el proceso incluye elegir los colores corporativos, la marca o nombre de fantasía del negocio y un logo que suele ir acompañado de una frase representativa (eslogan).
Si bien hace unas décadas atrás las empresas, sobre todo las pequeñas, no daban importancia a este tipo de decisiones, la experiencia de algunas grandes compañías ha servido para conocer el peso de esto entre los consumidores.
Uno de los casos más emblemáticos en el mundo es la Coca-Cola, una empresa con presencia global y que, si bien ha relanzado su marca en más de una oportunidad, han conservado su esencia, su color rojo y la tipografía que le permite ser reconocida en cualquier rincón del planeta.
Algunos antecedentes a considerar
Cuando te hablamos de identidad corporativa, hemos hecho constante referencia a lo gráfico y tangible de esto. Sin embargo existen también conceptos y tareas que van más allá y que forman también parte de la imagen, pero de una forma subjetiva.
Entre estos aspectos subjetivos podemos encontrar uno que es fundamental: el servicio al cliente.
Hay una frase que define muy bien la importancia de tener una cultura de la buena imagen y el buen servicio en las empresas, se trata de “los trabajadores son los primeros embajadores de una marca”. Esto se refleja fielmente en las empresas de servicios.
Una sonrisa de bienvenida, la buena disposición para resolver dudas y entregar soluciones oportunas, son parte de lo intangible que el cliente valora y respeta de las empresas, sobre todo de las pequeñas, donde es más fácil conservar este valor.
Una vez definidas las características tangibles e intangibles de la imagen corporativa, la clave está en saber plasmarlo de tal forma que se note una identidad.
Entre las primeras acciones figura lo interno y esto se logra usando papelería y artículos de oficina con la marca de la empresa, algo que fácilmente se puede propagar cuando se comparte con los clientes y proveedores.